¿Te has sentido desconectado de Dios alguna vez? Hablo de esos días en los que te despiertas y aunque Dios está en tu mente, pareciera que no hay espacio en tu agenda para Él. Tu mente se llena rápidamente con las actividades cotidianas. Al despertar lo primero que haces no es orar, ni leer tu Biblia. Sin darte cuenta ya estás navegando en internet, el tiempo pasa y tu mente se abarrota de información, de tareas, de pensamientos, pero absolutamente todos centrados en el presente. La cultura pop del internet te envuelve y ahora sabes todos los chismes habidos y por haber de los influencers. Y Dios yace en un apartado en tu mente llamado "Para cuando haya tiempo". Sales a enfrentar la vida cotidiana, el trabajo, las tareas del hogar o la escuela te absorben. De pronto dentro de ti sientes un sentimiento de vacío, de esos que se sienten en la boca del estómago pero más agudo y profundo, recuerdas... ¡No he orado! Pero inmediatamente te salta otra tarea más por completar o llega una notificación cualquiera y logra volverte a poner en el freeway de la distracción y del olvido.
Esto me ocurre con una frecuencia que me cuesta demasiado admitir. Sin embargo, hoy abro mi corazón malvado y torcido para contarte cómo este sentimiento ha hecho tanto daño a mi vida. Cuando desperdicio mi día en las cosas vanas y absurdas de este mundo el vacío en mi corazón crece y mi fe y deseo de Dios disminuye a niveles críticos. Sé con seguridad que no soy la única sobre este mundo que pasa por esto, por ello me atrevo a escribir estas líneas.
Todo comienza con un pensamiento. ¿Qué ocupa tu mente hoy? Siempre que hablo o enseño sobre la importancia de permanecer en la Biblia hago mucho hincapié en que solo llenándonos de la Palabra de Dios nuestra mente será transformada al igual que nuestro corazón. No obstante, hay algo que ocurre con frecuencia y es que ahora con la cultura del entretenimiento bajo demanda, rechazamos incluso la mínima sensación de aburrimiento; anhelamos entretenimiento, buscamos la dopamina, deseamos desplazarnos en busca de algo que cautive más nuestros intereses. Y lo que termina pasando es que cuando estamos haciendo nuestra lectura diaria de la Escritura lo hacemos sin deleite, sin entendimiento y sin fe. Lo hacemos mecánicamente en muchos de los casos, solo para no sentir culpa o perder nuestra racha de lectura. Pero el aburrimiento mientras leemos nos invade.
En los días de desconexión esto es peor, ni siquiera abrimos la Biblia y cuando viene ese sentimiento de vacío, nos distraemos con cualquier tontería en el teléfono. NOS DESCONECTAMOS. No pasamos de cien a cero, vamos poco a poco hacía ese abismo. Nos dejamos controlar por nuestros celulares, por las tareas cotidianas, por todo menos por el Espíritu. Amig@, herman@.... no escribo para evidenciarte o para acusarte, sino para animarte. ¡CONECTÉMONOS con DIOS! dejemos a un lado un rato el celular, aprendamos a lidiar con el aburrimiento, oremos por ánimo y deleite al orar y leer su Palabra.
Busquemos a Dios mientras pueda ser hallado. Cf. Isaías 55.6 Respondamos a sus múltiples invitaciones a hablar con Él, a conocerle.
Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor». Salmo 27.8 (NTV)