sábado, 11 de mayo de 2024

D E S C O N E C T A D O S

¿Te has sentido desconectado de Dios alguna vez? Hablo de esos días en los que te despiertas y aunque Dios está en tu mente, pareciera que no hay espacio en tu agenda para Él. Tu mente se llena rápidamente con las actividades cotidianas. Al despertar lo primero que haces no es orar, ni leer tu Biblia. Sin darte cuenta ya estás navegando en internet, el tiempo pasa y tu mente se abarrota de información, de tareas, de pensamientos, pero absolutamente todos centrados en el presente. La cultura pop del internet te envuelve y ahora sabes todos los chismes habidos y por haber de los influencers. Y Dios yace en un apartado en tu mente llamado "Para cuando haya tiempo". Sales a enfrentar la vida cotidiana, el trabajo, las tareas del hogar o la escuela te absorben. De pronto dentro de ti sientes un sentimiento de vacío, de esos que se sienten en la boca del estómago pero más agudo y profundo, recuerdas... ¡No he orado! Pero inmediatamente te salta otra tarea más por completar o llega una notificación cualquiera y logra volverte a poner en el freeway de la distracción y del olvido. 

Esto me ocurre con una frecuencia que me cuesta demasiado admitir. Sin embargo, hoy abro mi corazón malvado y torcido para contarte cómo este sentimiento ha hecho tanto daño a mi vida. Cuando desperdicio mi día en las cosas vanas y absurdas de este mundo el vacío en mi corazón crece y mi fe y deseo de Dios disminuye a niveles críticos. Sé con seguridad que no soy la única sobre este mundo que pasa por esto, por ello me atrevo a escribir estas líneas. 

Todo comienza con un pensamiento. ¿Qué ocupa tu mente hoy? Siempre que hablo o enseño sobre la importancia de permanecer en la Biblia hago mucho hincapié en que solo llenándonos de la Palabra de Dios nuestra mente será transformada al igual que nuestro corazón. No obstante, hay algo que ocurre con frecuencia y es que ahora con la cultura del entretenimiento bajo demanda, rechazamos incluso la mínima sensación de aburrimiento; anhelamos entretenimiento, buscamos la dopamina, deseamos desplazarnos en busca de algo que cautive más nuestros intereses. Y lo que termina pasando es que cuando estamos haciendo nuestra lectura diaria de la Escritura lo hacemos sin deleite, sin entendimiento y sin fe. Lo hacemos mecánicamente en muchos de los casos, solo para no sentir culpa o perder nuestra racha de lectura. Pero el aburrimiento mientras leemos nos invade. 

En los días de desconexión esto es peor, ni siquiera abrimos la Biblia y cuando viene ese sentimiento de vacío, nos distraemos con cualquier tontería en el teléfono. NOS DESCONECTAMOS. No pasamos de cien a cero, vamos poco a poco hacía ese abismo. Nos dejamos controlar por nuestros celulares, por las tareas cotidianas, por todo menos por el Espíritu. Amig@, herman@.... no escribo para evidenciarte o para acusarte, sino para animarte. ¡CONECTÉMONOS con DIOS! dejemos a un lado un rato el celular, aprendamos a lidiar con el aburrimiento, oremos por ánimo y deleite al orar y leer su Palabra.

Busquemos a Dios mientras pueda ser hallado. Cf. Isaías 55.6 Respondamos a sus múltiples invitaciones a hablar con Él, a conocerle.

Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor». Salmo 27.8 (NTV)

 

miércoles, 20 de marzo de 2024

2 | El valle de la visión: La trinidad (oraciones puritanas)

TRES EN UNO, UNO EN TRES, DIOS DE MI SALVACIÓN,

Padre Celestial, bendito Hijo, Espíritu eterno,
te adoro como un solo Ser, una sola Esencia, 
un solo Dios en tres Personas distintas, 
por traer a los pecadores a tu conocimiento y a tu reino. 
Oh Padre, tú me has amado y has enviado a Jesús para redimirme; 
Oh Jesús, tú me has amado y asumido mi naturaleza, 
has derramado tu propia sangre para lavar mis pecados, 
has obrado justicia para cubrir mi indignidad; 
Oh Espíritu Santo, tú me has amado y has entrado en mi corazón, 
has implantado allí la vida eterna, 
me has revelado las glorias de Jesús. 
Tres Personas y un solo Dios, te bendigo y te alabo, 
por un amor tan inmerecido, tan inefable, tan maravilloso, 
tan poderoso para salvar a los perdidos y elevarlos a la gloria. 
Oh Padre, te doy gracias porque en la plenitud de la gracia 
me has dado a Jesús, 
para ser su oveja, joya, porción; 
Oh Jesús, te doy gracias porque en la plenitud de la gracia 
me has aceptado, desposado, atado; 
Oh Espíritu Santo, te doy gracias porque en la plenitud de la gracia 
has exhibido a Jesús como mi salvación, 
has implantado la fe dentro de mí, 
has subyugado mi corazón obstinado, 
me has hecho uno con él para siempre. 
Oh Padre, estás entronizado para escuchar mis oraciones, 
oh Jesús, tu mano está extendida para tomar mis peticiones, 
oh Espíritu Santo, estás dispuesto a ayudar en mis enfermedades, 
a mostrarme mi necesidad, a suministrar palabras, a orar dentro de mí, 
a fortalecerme para que no desmaye en la súplica. 
Oh Dios Trino, que mandas el universo, 
me has ordenado que pida las cosas 
que conciernen a tu reino y a mi alma. 
Permíteme vivir y orar como un bautizado en la trinidad.

martes, 19 de marzo de 2024

Perdón instantáneo

Alguien muy cercano a mí siempre me dice, de qué sirve que te das cuenta de que te equivocaste después de haberlo hecho, haces algo malo y luego pides perdón, deberías no hacer lo que sabes está mal. Como una forma de justificar no perdonar en el momento algún error cometido en su contra. 

Creo que todos hemos sentido la falta de otro hacía nosotros y hemos experimentado esa sed de venganza o ese sentimiento de no querer otorgar perdón inmediato al otro, pues según nosotros no lo merece. Creemos que ese otro debería saber que su acto nos ha herido o qué debería identificar con claridad aquellas cosas que si comete atenta contra nosotros y exigimos que no se equivoque y que si lo hace no deberíamos estar obligados a perdonar su falta tan sencillamente.

DIOS NO ES ASÍ. 

El modelo de perdón que Dios nos muestra es un perdón no basado en la buena conducta del pecador o faltante, tampoco en su intento de no pecar contra Él, sino en un pecador que por medio de su Espíritu ha sido convencido de pecado y ha sido llevado al arrepentimiento. 

Venimos a Él inmediatamente después de haber pecado porque reconocemos que lo hemos hecho y necesitamos desesperadamente su perdón y Él está ahí listo para perdonar. 

Hubo un tiempo de mi vida en el que dejaba de orar por periodos muy largos porque había pecado y sentía que Dios, al igual que esta persona de la que les conté, me exigía una conducta sin tacha para poder perdonarme o acercarme a Él nuevamente, sin duda perdí mucho tiempo en esos periodos de silencio y lejanía, creí muchas mentiras y me hundí más y más en mi pecado.

Si bien es cierto que nosotros debemos conocer profundamente la Palabra de Dios para así conocer su voluntad y vivir de manera que le glorifiquemos y nos alejemos cada vez más y más del pecado y de las obras de la carne. Él es consciente de que una y otra y otra vez vendremos a ÉL implorando perdón pues continuaremos pecando contra Él, ya sea intencionalmente o no. 

Parte de nuestra naturaleza caída sigue operando en nosotros. Durante el proceso de santificación que Él está obrando, seguimos metiendo la pata y actuando de manera pecaminosa. Él lo sabe, no lo ignora, ni nos pide perfección absoluta, de otro modo nadie podría elevar una oración pues todos pecamos. 

La obra en la cruz nos otorga el camino directo al Padre para implorar perdón, nos capacita de la oportunidad de elevar nuestra voz y clamar y que Él nos escuche y nos responda. Por medio de Cristo hemos sido justificados y las acusaciones tremendas de nuestro pecado han sido cesadas por la sangre que nos cubre, pero el pecado sigue a la puerta, sigue intentando enseñorearse de nosotros.

No obstante, Dios ha vencido al pecado y nos ha liberado de sus cadenas opresoras. Hoy somos libres de su poder sobre nosotros y podemos elegir no pecar, pero eso no quita la posibilidad de que erremos.

No obstante DIOS está dispuesto a otorgar PERDÓN INSTANTÁNEO. 

No te va a solicitar que te limpies antes de venir a pedir perdón, ni te va a reprochar porqué pecaste contra Él si se supone sabes lo que Él espera de ti. Él está esperando a que vuelvas a casa y como aquel padre del pródigo extender sus brazos, darte un gran abrazo y hacer fiesta por tu regreso.

Sentirte miserable, no digno y sucio es normal y es bueno. Porque Dios se encargará de irte transformando poco a poco. No puedo imaginar a alguien venir a pedir perdón sintiendo altiveza o actuando con orgullo. Solo un corazón transformado reconoce la falta y pide perdón.

Pero ¿qué hay de nosotros? ¿deberíamos exigir "verdadero arrepentimiento" o una conducta "intachable" para poder perdonar a otros? Definitivamente NO. 

No somos quién para hacerlo, si el mismo DIOS DEL UNIVERSO no lo hace, eso solo demuestra que no hemos entendido de qué se trata el PERDÓN que DIOS nos ha otorgado. 

Terminamos siendo como aquel hombre de la parábola al que el Rey le perdonó su GRAN deuda y Él no pudo perdonar la MÍNIMA cuenta de su deudor.  c.f. Mateo 18.21-35

APRENDAMOS a PERDONAR INSTANTÁNEAMENTE. 

APRENDAMOS a PERDONAR como DIOS.


lunes, 18 de marzo de 2024

1| El valle de la visión - Oraciones puritanas

 SEÑOR, ALTO Y SANTO, MANSO Y HUMILDE, 

Tú me has traído al valle de la visión,
donde vivo en las profundidades, pero te veo en las alturas;
cercado por montañas de pecado, contemplo tu gloria. 
Déjame aprender por paradoja
que el camino hacia abajo es el camino hacia arriba, 
que estar bajo es estar alto, 
que el corazón quebrantado es el corazón sanado, 
que el espíritu contrito es el espíritu que se regocija, 
que el alma que se arrepiente es el alma victoriosa,
que no tener nada es poseerlo todo,
que llevar la cruz es llevar la corona,
que dar es recibir, que el valle es el lugar de la visión. 
Señor, durante el día se pueden ver las estrellas desde los pozos más profundos, 
y cuanto más profundos son los pozos, más brillantes brillan tus estrellas; 
Déjame encontrar tu luz en mis tinieblas, 
tu vida en mi muerte, 
tu gozo en mi dolor, 
tu gracia en mi pecado, 
tus riquezas en mi pobreza, 
tu gloria en mi valle.

sábado, 16 de marzo de 2024

¿Mi primera oración?

Tenía alrededor de diez u once años, estaba atravesando lo que sería uno de los días más horribles de mi vida. Tenía mucho miedo, me sentía sola y estaba profundamente triste. 

No recuerdo con sinceridad cómo fue que llegué a pensar que necesitaba orar, clamar por ayuda divina. Pero, aunque no recuerdo quién fue quién me dijo que podría hacerlo, sé que Dios fue quién me guio a hacerlo. 

Era de noche, abrí la puerta de mi casa y salí para ir al patio de la casa vecina, estaba deshabitada y tenía una pequeña barda que dividía nuestro patio del suyo y ahí encima de un tinaco enterrado a manera de cisterna, me hinqué y oré. 

Mi oración fue una petición: "¡Dios, si en verdad existes, salva a mi familia y si lo haces yo voy a creer en ti!" No recuerdo con claridad si dije algo más, pero al regresar a casa pensé que ya todo estaría diferente, no obstante, en ese momento mi mamá me dijo: "Haz una maleta, nos vamos" Yo sentí que el corazón se me rompía, pensé que Dios no me había respondido y que al contrario todo estaba igual.

Empecé a guardar mis cosas y sentía un dolor tan profundo, acompañado de un temor y decepción. Mi mamá nos llamó a mis dos hermanos y a mí para emprender nuestro viaje, yo pensé que mi familia se rompía justo en ese momento. No recuerdo si lloré, pero lo que sí sé es que sentía un dolor sumamente profundo. 

Comenzamos a caminar hacía la salida del fraccionamiento dónde vivíamos y mientras íbamos avanzando yo pensaba en cómo Dios no me había escuchado, cuando de pronto mi mamá se detuvo inesperadamente, dio la vuelta y dijo, no, nos iremos, hay que regresar. 

En ese mismo instante mi fe fue de cero a cien, no podía creer lo que estaba ocurriendo, mi mamá estaba decidida a regresar y era justo lo que yo deseaba, no creí que ocurriría, solo a través de un milagro. Y así fue, Dios respondió.

Dios se toma enserio cuando nos llama y cuando nos da fe. Para cualquiera sería una niñita torpe y miedosa, pero para Dios era su escogida. Él me había escogido desde el vientre de mi madre y simplemente había llegado el momento de presentarse ante mí y darse a conocer, como ese Dios todopoderoso pero también misericordioso y amoroso, que escucha y responde. 

¿Sería esa mi primera oración? No lo sé, probablemente sí, pero sin duda alguna fue la primera vez que escuché su voz llamándome. 

Hoy tengo veinte años más y he decidido escribir esto para no olvidar la bondad de mi Dios, en ocasiones creo que nos enfriamos de amor porque nuestra mente olvida con facilidad lo que Dios ha hecho en nuestras vidas. Al igual que el pueblo de Israel, deberíamos tener el hábito de ir dejando montoncitos de piedras que nos recuerden las obras gloriosas y milagrosas que Dios ha obrado en medio nuestro, para así mantener nuestros ojos puestos en Él, el autor y consumador de la fe. 

Y a ti, ¿cómo Dios te ha llamado? ¿cuál fue tu primera oración?